Este fin de semana trabajé, con muchísimas ganas. Y el sábado fue que observé una situación de lo más extraña.

Viene una chica a la barra y compra, con cambio, una lata de cerveza. Se la entrego, me dice gracias, y se queda mirándome para, un instante después, decirme que le encanta mi corte de pelo. Es cierto, me miraba mucho, y me ponía un poco incómoda. Frente a mi posición de ignore, se corre de donde estaba, para posicionarse sola en una punta de la barra, aún cerca mío. Admito, sin pecar de engreída, que no es la primera vez desde que estoy en el Roxy, que chicas de los más variados perfiles me dicen cosas lindas, se quedan mirándome, o tratan abiertamente de levantarme.

Estaba entonces esta chica en la punta, sola, y a cada minuto se acercaban flacos con diferentes graduaciones de alcohol en sangre. Algunos me llamaban y me decían "mi amiga dice que sos muy linda", a lo cual yo respondía con una sonrisa, un "gracias", y aclaraba que tenía novio. La chica en cuestión desmentía lo que decían los nabos que se le acercaban, y aclaraba que también tenía novio, pero que no tenía nada que ver con que yo le pareciese linda.

Bien. Por un minuto dejaremos en suspenso esta escena extraña, para trasladarnos a una situación paralela, que fue la aparición de Etiqueta Roja. ¿Se acuerdan? Nunca más supimos más nada de él. Esta noche de sábado, entonces, se presentó en la barra, nos saludamos con un beso en la mejilla y montones de ¿cómo estás? ¿todo bien? ¿vos bien entonces?, y tal.  "Me dejaste abandonado", me dijo luego de un prolongado e incómodo silencio, "nunca más supe nada de vos". A ver. Seamos claros. No puedo enojarme por este reclamo. La verdad es que Etiqueta Roja, si bien me pareció un divino, no me enganchó en lo más mínimo, debido en gran medida por lo ligada que me sentía a Auténtico. Pero imaginemos por un segundo que me hubiese gustado, y que hubiese estado días, semanas tal vez, esperando un mensaje suyo, un llamado, ALGO. Me imagino ansiosa, quemándole la cabeza a mis amigos, compañeros de trabajo, lectores, durante todo ese tiempo, acerca de qué había hecho mal, si la cita había sido tan exitosa. Finalmente, me hubiese rendido, pensando que tal vez ese éxito fue fruto de mi imaginación, y hubiese seguido mi vida como si nada. Mientras tanto, imagino al señor mirando a cada rato la pantalla de sus tres (sí, TRES) celulares, a la espera de un pitido y las mágicas palabras "Tiene 1 (un) mensaje nuevo". Me planteo entonces lo siguiente: si se quedó esperando un nuevo contacto, ¿por qué no lo generó él? Evidentemente, hemos mal acostumbrado mucho a los hombres con nuestra toma de iniciativa. Somos las que mandan el primer mensaje, las que proponen la primer salida, las que dan el primer beso, las que sugieren ponerse de novios. Y todo parece salir bien. Pero recuerdo, así mismo, cuantas veces oí de mi boca o de bocas ajenas, historias de citas perfectas, donde las mujeres quedaron prendidas de un hombre esperando el próximo llamado.. llamado que nunca llegaría. ¿Por qué? Probablemente, por que el señorito.. ¡también lo estaba esperando! Esto no me deja sino la siguiente conclusión. Chicas Y chicos: no se queden esperando nada, ACCIONEN. Lo más probable es que el otro esté como un pelotudo esperando nuestro accionar. No se pierdan en el orgullo y cedan.

Ahora, volvamos al sábado. A Etiqueta Roja no pude más que decirle la verdad acerca del viaje de Auténtico en nuestra cita, de mi reciente noviazgo, a modo de justificación innecesaria por mi falta de contacto posterior, no sin darme cuenta de lo ridículo que era todo eso, y lo poco creíble que resultaba mi historia. "Me puse de novia, por eso no te llamé mas". Ustedes bien saben la veracidad de mi relato, pero para Etiqueta Roja habrá sonado como una excusa barata. ¡Pobre! Era divino. Y divino como era lo veo, minutos más tarde, hablando animadamente con la chica que pensaba que yo era muy linda. ¡Já! Pero no queda ahí.

Desde la otra punta de la barra, me llama un chico. Me acerco, y me dice "¿ves esa chica que está ahí? Es mi novia. Mandale esto". Y me da un sorbete hecho un nudo. Se lo llevo, y la chica dice "¡lo mandó mi novio!"· Que extraño, pensé.

La noche siguió su rumbo. De reojo miraba como Etiqueta Roja y la chica hablaban cada vez mas juntos, cada vez mas animadamente. Era evidente como coqueteaban, como se estaban seduciendo, conquistando. Y era evidente para mí, también, como el novio estaba cada vez más cerca de ellos, observando todo. Pero lo más evidente fue cuando, casi al final de la noche, la chica y Etiqueta Roja se chaparon para, finalmente, irse los tres, muy juntos, imaginemos todos a hacer qué, vayamos a saber dónde.

Todo esto me resulto tan extraño.. una pareja saliendo a bailar, a levantar a un desconocido, observando al otro como es abordado por este extraño. Marcando mediante un lenguaje de sorbetes cuál es el indicado. Sabía que todo esto pasaba, pero nunca lo había visto tan de cerca, tan claramente.  Y pienso entonces, lo clásica que soy. Lo lejos que estoy de entregarme a ciertos juegos, cada vez más comunes, donde las parejas ya no son pares, sino raros conjuntos de personas, donde los vínculos se modifican, se invierten, incorporan nuevas personas. 

Lo siento, pero no puedo adherir a eso. Seré siempre una romántica que busque un par, para ser dos, que caminen juntos uno al lado del otro.-


Son las cuatro de la mañana y no puedo parar de hacer cosas. Mi mente y mi cuerpo están revolucionados: en apenas unas horas se casa una de las mejores y mas grandiosas amigas que tengo la suerte de tener, Minnie, con el amor de su vida hace siete años, Mojojojo. Pasamos una noche de chicas, hermosa noche, armando souvenires, tomando mate, pintándonos las uñas y haciendo las veces de peluqueras. Estuve a punto de llorar en varias oportunidades, el alma se me lleno de emociones y los ojos de lágrimas. Fue entonces, entre canciones de amor y anécdotas de su noviazgo, que hablamos y reflexioné acerca del DESTINO.
Hay quienes creen en el destino y quienes no. Respeto ambos bandos. Pero me considero una persona que fielmente cree que "las cosas no pasan por que sí". Leí también, hace tiempo ya, que cuando uno desea profundamente algo, todo el universo conspira para que eso pase. Minnie me contó acerca del encuentro con su amado, su mamá también relató su historia de amor,  y no pude evitar pensar en mis repetidos encuentros y desencuentros.
Reitero, entonces, que nada pasa por que sí. En los momentos donde nos encontramos, y también en los que nos perdemos, hay invisibles hilos que digitan nuestra existencia, siempre movilizados por razones sagradas que la mayoría de las veces desconocemos. Pero, tarde o temprano, recordamos esos acontecimientos pensando "me pasó por que..".
Lo traslado, entonces, a mi reciente encuentro con Auténtico. Auténtico aparece en mi vida en el momento en que estaba lista para recibirlo. No es casual que, un día y de la nada, me haya borrado de mi trabajo en el banco para, al fin de semana siguiente, comenzar a trabajar en un boliche, cargada de sonrisas y de nuevos aires. En ese momento donde me encontré a gusto conmigo misma después de meses enteros de tristezas, y en mi primer sábado laboral, me encontraba fumando al costado de la barra cuando él atravesó la pista entera dirigiéndose a paso firme hacia mí, entablamos una conversación, me pidió mi teléfono, se lo di, y minutos después me mandó mensajes, muchos mensajes, para convertirlo en rutina en nuestra relación. Tampoco es casual que, en el momento que decido enderezar aspectos torcidos de mi carácter, Auténtico tenga como virtud ser completamente opuesto en cuanto a mis aspectos fallidos: yo soy absorbente, él respeta tiempos y espacios; yo soy despistada, él es precavido; yo soy ansiosa, él es parsimonioso; yo soy colgada, él apoya mi evolución.
Refuerzo, así, lo que siempre sostuve en la vida: las personas pueden quererse, amarse u odiarse, pero sobretodo, se SIRVEN. Y cuando eso que puede darme el otro ya no lo necesito, no hay amor ni odio que pueda conservar un vínculo.
Deseo profundamente que Auténtico me sirva, como yo a él, durante mucho tiempo. Que podamos CONSTRUIR juntos, proyectar, y sobre todas las cosas, CRECER el uno junto al  otro. Lo mismo deseo, de más está decir, para mis adorados Minnie y Mojojojo.
Brindo por los novios, y por la vida cargada de dicha y felicidad que les espera JUNTOS.-


La ciudad bañaba el cuarto de luz cálida. Entraba por la ventana, por la persiana entreabierta, y se fundía con la anaranjada tela de las sábanas, donde reposaban dos cuerpos desnudos. Él la miraba a los ojos. Ella tomó aire y lo dijo.
- Quiero que seas mi novio.
Una sonrisa amplia, coronada por un par de hoyuelos, invadió la cara de él, al tiempo que respondía "está bien".
- No - dijo ella - tenés que preguntarme si quiero ser tu novia.
- ¿Querés ser mi novia, Zahira?
- Sí, quiero ser tu novia.
Él le dijo que un título no hacía la diferencia. Que ya la trataba como si fuese la novia. Esa noche durmieron cómodos, de a ratos enredados, de a ratos separados. De madrugada, ella descubrió las pecas en la espalda de él. De mañana, él le llevó cereales con leche a la cama. Las cosas no habían cambiado, pero ella se sintió aliviada, más aún en la mañana, cuando se despidieron, y escuchó "chau, novia mía".

Perdonen la cursilería romántica y rosada, pero extrañaba mucho escribir una cosa así. La verdad es que las cosas pasaron realmente de esa forma, pero podría haberlo contado de diferente manera. Por ejemplo:

Estaba harta. La verdad que, todo bien con Auténtico, pero necesitaba un título. Esto de no ser la minita ni ser la novia ni ser la chonga me tenía podrida. Entonces lo apuré. Sé que los manuales de la mujer perfecta dicen que esas cosas no se hacen, pero yo, perfecta no soy. Entonces se lo dije, en el momento que me pareció oportuno. Le dije que quería que sea mi novio. ¿Y saben que me dijo el aparato este? Que sí, que estaba bien. A ver. Chicos. ¿Donde dejaron la viveza que les indica en que momento ser rudos, en cuál románticos, en cuál relajados? Acá estaba poniendo en la mesa mis ganas de formalizar una relación. ¿Y vos me decías nada más que "está bien"? Ya sé que la preguntita es un poco infantil, pero a toda mujer que creció entre novelas románticas y cuentos de hadas le sigue pareciendo un ítem obligatorio en el intercambio mujer-hombre. Entonces, nuevamente, le indiqué que me hiciese la pregunta. Y me la hizo, claro. Y así "formalizamos". Dos minutos después, estaba enroscada durmiendo con él, y no pude evitar preguntarme qué había cambiado. Más bien, si ese nuevo título había cambiado algo. No me sentí con mas derechos, no me sentí con mas obligaciones, no me sentía más enganchada ni más podrida. Pero sí me di cuenta que algo en mí había cambiado. Algo relacionado con el lugar en el que me situaba. Sentí un gran alivio. Algo así como decir "ya está", y de repente olvidé todas mis inseguridades, mis miedos, mis cautelas. Me relajé, digamos. Y relajada como me sentía, a la mañana siguiente, guardé nuevamente el cepillo en mi cartera. Ese que había dejado en su casa la semana anterior. No necesité dejar mi huella en su vida porque, de alguna forma, sentí que ya la estaba dejando.
¿Se acuerdan del grupo que creé meses atrás, buscando un chongo? Que extraño es el mundo. No solo conseguí chongo sino que, además, conseguí novio.-


Llegué, entonces, a la tan temida y, para mí, desconocida etapa en la que me encuentro. Esa que, a causa de la forma ansiosa en que encaré mis anteriores relaciones, nunca me tocó atravesar. Pero hoy, un diez por ciento por mí, y un noventa por el otro, me encuentro acá. Se preguntaran, ¿donde es acá? Bueno, acá es en el medio. Sí. EN EL MEDIO.

Se preguntarán también en el medio de donde. Respondo, entonces, en el medio de ser minita y ser novia. Porque hace rato que dejé de ser minita con Auténtico, como hace rato que Auténtico dejó de ser "un flaco". Mi gente sabe quién es. Tal vez no todos sepan su nombre, pero todos conocen la historia, y todos, en algún momento de las charlas de msn o de los mates me preguntan "¿y con Auténtico como andan?". Nos vemos dos o tres veces por semana. Dormimos juntos, ya no tratando de encontrar la forma, sino encastrando perfectamente un cuerpo con el otro. Conocemos los nombres y las historias de nuestros amigos, de nuestros hermanos y de nuestros sobrinos.  Nos decimos sin cautela que nos extrañamos o que queremos vernos. Todas esas cosas, que con una minita o con un flaco no pasan.

Pero faltan otras cosas. Cosas que nos alejan de ser novios pero nos acercan a ser equis. Todavía hay ciertos manejos cuidadosos que tenemos. Nada de "te quiero". Nada de reclamos ni de exigencias. No compartimos familias ni amigos, más que anecdóticamente. Y sobre todo, no tenemos el título que amerita a que todo eso que todavía da miedo deje de darlo. Sin embargo, esta mañana, y a modo de señal, dejé mi cepillo de dientes en su casa. Accidentalmente, claro. Para ver que pasa. Si se asusta, si lo toma naturalmente, si me lo devuelve o se hace el desentendido. Y esperando, como cualquier chonga que se sienta enganchada, la tan ansiada pregunta, esa que se responde con una sonrisa, con un beso cariñoso y ojos vidriosos. Esa que luego, será comentada con amigas y compañeras de trabajo. Esa que abrirá las puertas a situarse en otro lugar, más relajado seguro, y siempre determinante.

Auténtico, ¿para cuándo el "querés ser mi novia"?.-