Finalmente pasó. Eso que supe, durante los dos últimos años, que pasaría. Eso que me persiguió cada vez que tomé el subte D, que paseé por el barrio de Belgrano, que recorrí algún escondido lugar donde escuchar jazz. Eso que me atemorizó durante horas enteras, que con certeza ocupó mi mente, la certeza que en algún momento sucedería. Simplemente, en el momento que menos lo esperaba, cuando menos estaba lista, Él apareció. Ese que, tiempo atrás, desató todas mis locuras, todos mis miedos, todas mis angustias. Fue una tarde de verano calurosa, en Palermo, en el subte (¡lo sabía!), lo vi, subiendo una escalera, con un libro en la mano, pálido, alto, encorvado. Por un instante el mundo se detuvo, mientras seguíamos caminando, cada uno en su mundo, nuestras miradas se cruzaron.  Su cara demostró, en principio, incomprensión, seguido de pánico, para luego pasar al alivio. Intuyo que, al verme, temió que lo ataque, que lo escupa, que lo persiga. Pero no. Nos saludamos, con un beso en la mejilla, nos preguntamos como estábamos, y cada uno siguió con su camino. El momento tan temido, llegó, y tan fugaz como el encuentro, se fue.

A todos nos han roto el corazón. Y les aseguro, a aquellos que se jactan de tenerlo entero, que algún día se lo romperán. Y hoy, dos años después de mi quiebre, puedo asegurar que la vida continúa, que nuevos amores aparecen. Que nunca se siente lo mismo que lo que se ha sentido por esa persona, pero se sienten cosas nuevas, mas enriquecedoras, más sanas, más plenas, por otros. Hoy día, con el corazón enmendado, logré entregarme a un nuevo ser, que me quiere, a quién quiero, no más ni menos, sino DISTINTO. Y con esto pretendo, simplemente, decirle a todos: sigan adelante, porque todo pasa, y luego llega lo nuevo. Los miedos permanecen, las alegrías se renuevan, las sonrisas se multiplican. Y las lágrimas, seguramente, vuelvan, para luego desaparecer, y permitirnos seguir avanzando.

Podría escribir para siempre. Auténtico apareció en mi vida para renovar mis aires. Tal vez sea eterno, pero seguramente sea finito. Dará lugar a nuevos dolores, y luego a nuevos amores, hasta que el corazón diga basta y deje de latir. Lo que importa, realmente, es el camino, y lo que nos va quedando es aquello que nos hace cada día más fuertes.

Doy fin entonces a estas columnas que durante un año calmaron mi ser. Prometo no dejar de escribir, pero doy por terminada esta etapa, donde busqué estar menos sola. Hoy estoy rodeada por montones de personas que me acompañan día a día. Él lo fue alguna vez, para dejar de serlo. Hoy, Auténtico está conmigo, construyendo algo que no sé hacia dónde va.

Seguiré, hacia adelante.-