Lo insólito sucede. En un mundo
donde a cada momento las personalidades virtuales cobran vida, crecen en “contactos”,
“likes”, y fotos coronadas por la marca de agua de algún fotógrafo de turno que
les da mayor crédito, lo insólito sucede: uno de estos “contactos” decide
borrarme de la red social común porque le gusto demasiado.
A ver. Lo que quiero aquí no es
subirme a un pedestal. No me infló el ego, no me sentí muy top, ni gloriosa, ni
bella, ni adulada. Me siento, ahora misma, desconcertada, y enfadada. MUY
enfadada. Quiero citar, textualmente, las excusas de las cuales se hizo
acreedor este individuo, para borrarme de su universo virtual: “tu elocuencia, tu
originalidad al escribir, tu sentido del humor”. Personajes, quizás, adoptados
por el yo virtual, encarnados en una foto de perfil y otra de portada.
Comentarios diarios, etiquetas, amigos en común. Ese increíble y abominable
mundillo en el cual nos sumimos cada día millones de humanos. Conectados, y
perdidos. Este individuo me desconoce. No sabe cuan alta soy. No sabe como
huele mi aliento. Como se oye mi voz. Como camino. Como bailo. No tiene idea
donde vivo ni cómo. Quienes son mis amigos reales. Desconoce si mi nombre es
cierto, o es solo un apodo. UN ALIAS. Tan alias como el personaje que podría
ser. Que soy. ¿Qué soy?
Me he encontrado, en los últimos
tiempos, sentada junto a una o varias amistades, cada una celular en mano,
comunicándonos mediante nuestros respectivos muros. Riéndonos una de la otra
por aquello que fue dicho en 140 caracteres. Y me pregunto, pues, si la vida en
adelante será como ahora mismo, zombis tecnológicos aguardando toques y
corazones. Preguntome, entonces, que pasa que se perdió el mate, el teléfono de
línea, el “fulanito no está, llámalo a la casa de tal”. Las cartitas entre
amigas que nos hacíamos en el colegio. El punto de encuentro, al mejor estilo
Central Perk. Las anécdotas vividas, y no leídas, y contadas. Todo funciona en
torno a lo que digo, lo que dije, quienes lo leyeron, quienes se la creen,
quienes buscan mi perfil. En el mil y pico de amigos. VAAAAMOS, CHICOS. Nadie
tiene tantos amigos a los veintitantos años. Con suerte tenés diez. Con suerte
conocés quinientas personas. CON SUERTE. Pero no, todos tenemos nombre y
apellido. Todos wasappean, se mandan pines, inbox. El lenguaje se modifica.
LIKEO. TUITEO. INBOXEO. Y demases eos. Eos. ¿EGOS?
Paremos de construir estos egos
falsos. Tratemos de conectarnos con nosotros mismos. ¿Se acuerdan como era el
sol, en el parque, con los Don Satur? Yo me acuerdo. No lo hago más, pero me acuerdo.
Era hermoso.
Hermoso y todo, cariños, me
compré un BB. Y no se olviden de seguir(nos) en Twitter.-