Comenzaré esta historia con una carta que ha sido, con un
nombre real, con una intriga que develaré pronto, prontísimo.
"Escuchando Héroes del Silencio me
decido a escribirte. Con algo de dolor, sí, y con la leve sospecha que, quizás,
si me atrevo, y sólo si me atrevo, en un intento de autopreservarme, te borre
de todo medio, y haga un corto pero interesante duelo, que me abra a plantearme
cosas que aún no he tenido el coraje de siquiera vislumbrar.
Disfruté todo minuto con vos. Desde el
conocerte hasta el olvidarte, desde reencontrarte hasta sentirte dentro, desde
desear tomar mate a la mañana hasta hablarte en mi entorno, desde hace unos dos
meses hasta el minuto mismo en el que leas esto, si es que me atrevo a
enviártelo, si es que no lloro esta noche, si es que nunca más nos vemos,
aunque tengas unas prendas que quisiera recuperar y aún espere una bandeja para
desayunar en la cama. Sin embargo, hoy te pasó algo que noté insantaneamente.
Ahora, me pasan otras cosas a mi, que no quisiera que estén acá, pero lo estan,
y en mi afán de ser fiel a todo y a todos, pero principalmente a mí misma, no
puedo ignorar. Una vez, una persona que conocí, me dijo "dejá de avivar
giles". Deseo, irónica y ambíguamente, no estar avivándote con esto. En
fín.
Hoy trajiste a mi cama un estado, tuyo,
del cual no me hago cargo. Pero con él, trajiste a mi cama a una persona que no
conozco, pero que estuvo en mi cabeza todo el día, mas que vos, mas que yo
misma, más que mi trabajo, mi casa, mi bicicleta o mi gato. Incluso, parado en
esa esquina de Alberti, donde encajabas de manera casi perfecta, como en mi
cuerpo, esa persona estaba ahí. Esa persona y esa historia que es la tuya y la
ajena, que no es mía pero me inquieta. Esa sensación de no ser pero leer. De
quedar encerrada en el cuarto con quién me lastima, queriendo escaparme de
aquello que pensé podía dañarme. Aprecio tu intención de hacerme partícipe,
pero no lo agradezco. Yo NO soy tu amiga. Tu discurso no me hizo bien, no me
hizo parte, no me hizo entender ni me calmó en nada. Matias, yo no quiero vivir
acarreando fantasmas ajenos. Yo quiero construir, cada día más siento que lo
que construya será en función a mí y no en función a otro. Quizás no pueda
siquiera compartirlo, nunca, con nadie, y solo construya una casa con un
cuarto. Una casa para mí sola.
No sé bien que quiero decirte. Solo
comparto. Solo te hago caso con aquello que me pediste, que no te mienta. No te
preocupes, no sería capaz, de mentirte a vos ni mucho menos a mí.
Matias. Vos me gustás. No de la
misma forma que el día que te vi por primera vez, sino de esa y de muchas más.
Pero más me quiero a mi misma, y debo cuidarme, porque soy yo quien estará
siempre a mi lado. Lamento mucho estar diciéndote esto. Lamentaré borrarte y no
barajar más el impulso de escribirte o no hacerlo. No quiero vivir con miedo.
No quiero vivir pérdidas que son evitables. No quiero llorar más, no quiero
ponerme de mal humor ni dudar ni temer ni pensar ni esperar. No puedo ni
quiero. Perdoname. Sos una persona maravillosa. Al menos lo parecés. Quisiera
haber podido descansar un poco más a tu lado. Quisiera vivir en la
ignorancia. Quisiera que hubieses elegido no hacerme partícipe de ciertos
aspectos de tu historia. Quisiera que duermas todas las noches conmigo.
Quisiera tantas cosas. Pero con querer no alcanza. No alcanza con querer como
"amar", ni con querer como "desear". Parte del querer es
saber dejar ir. Vos, evidentemente, no pudiste, y lo entiendo, o al menos eso
trato. Son muchos años, la mitad de la vida, miles de momentos y de encuentros
y desencuentros. Me siento mínima e insignificante al lado de semejante
magnitud. No quiero sentirme así. A veces me haces sentir grandiosa, pero
otras, no. No tengo ningún indicio de poder ganar acá. Una leve esperanza, sí,
de que no me hagas caso, de que me busques, de que me encuentres, y que te
quedes. Esas cosas son fantasiosas. La vida es más cruda y menos guionada.
Lo último, y con esto me retiro. Estoy
llorando. Tímidamente, pero lloro. No cualquiera tiene la capacidad de
producirle al otro, en tan poco tiempo, algo tan fuerte como lo que me pasa con
vos. Sentite orgulloso. NO ES LA PIJA, queda claro. Es otra cosa. Es la esencia. Ya me estoy yendo, pero sigo acá.
Gracias por todo, Mati.
Zahi.-"
No hay comentarios:
Publicar un comentario