Noche de jueves. Palermo. Lluvia como pocas, tal vez, la tan nombrada Santa Rosa. Volvíamos con mi amiga Pegame de Makena, donde nos habíamos encontrado con otros amigos para disfrutar de unas cervezas y una noche de cajón peruano. Nos hallábamos las dos en un taxi, recorriendo la porteña calle Batalla de Pari, en el cruce de Honorio Pueyrredón. Y de repente la oigo, a ella, gritando. Y el impacto.

Tomé conciencia de la situación, y sentí mi cuerpo golpeado, a Pegame conmocionada, al chofer desparramado, a otro conductor sangrante. Y, aturdida aún, salí del vehículo, llamé al 911 y esperé, parada bajo la lluvia, con mi largo saco marrón y mis borcegos gastados.

Wow. Qué buena película.

Pero ¿por qué hago mención hoy de este suceso? ¿a qué viene semejante historia, de semejante índole, en esta columna puramente sujeta a las relaciones de pareja, a la búsqueda de chongo, al encuentro? Encontré en este relato algunos puntos en común con hallar al llamado "hombre de tu vida".

Vos vas lo más campante de tu vida, tal vez repuesta del último golpe, o tal vez en la miseria (o ventaja) de no haberte chocado nunca con semejantes paparulos. Venís de días, meses, años, de pasarla bien entre amigos, de reírte a carcajadas, de no dar explicaciones, de sentirte libre para hacer todo a gusto y piacere. Cuando de repente, de golpe y porrazo, el indeseable aparece en tu vida. Tal vez sea un flechazo violento, tal vez lo hayas visto venir. Pero de repente, te encontrás con un señor que irrumpe en tu vida, sin golpear ni pedir permiso, para conmocionarte y sacarte de tu plácida existencia. Algunas mujeres reaccionan quedándose quietas, shockeadas, tratando de entender que les anda pasando. Otras, como yo, emitimos claras señales de alerta, llamamos al número de emergencia pidiendo que nos socorran. Y algunas otras, manejan la situación como anillo al dedo. Lo que puedo asegurar es que la gran mayoría, si no es todas, nos encontramos al poco tiempo no en el Hospital Álvarez, pero seguramente en una cena familiar, en una pelea de sábado por la noche, en una reunión de amigos con sus novias. Y así, cual Zahira bajo la lluvia, nos preguntamos, ¿qué pasó? ¿en qué momento dejé que me suceda semejante accidente? ¿qué hago acá?

Tal vez las lesiones sean leves. Un simple "traumatismo de cráneo" que nos deje medio pelotudas por un rato, pero al tiempo andaremos nuevamente campantes conquistando el mundo. A veces, las lesiones son más severas, hacen falta puntos de sutura que arreglen algún corazón roto. Y otras, como también me ha pasado, los daños son irreversibles y se llevan de recuerdo para toda la vida. Aquellas que viven para contarlo, claro. Siempre hay alguna Alfonsina perdida.

Mi mensaje, hoy, evidentemente bastante estúpida todavía por semejante porrazo que me di en el balero, es el siguiente: te haya tocado el traumatismo, los puntos de sutura, los daños de por vida, seguí adelante. Ese pelotudo que tanto te rompe las pelotas, en algún momento te manda a la mierda, si es que vos no lo hacés primero. Y si esto no te convence, tranquila.

Siempre, pero SIEMPRE, habrá un pelotudo que venga después, medio borracho o sin frenos, a chocarte la carcasa y moverte el piso.-

3 comentarios:

  1. Zahiiiiiiiiiii... estas bien?? dps te llamo.
    Beso!!

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  2. No ya por quedar como un remilgado ser de poca monta, dejare pasar por alto lo bien que le quedan los accidentes, rezare a los seres mas perversos del conclave divino por sus bien aventurados pasos circenses.
    Dejando atrás sus extrañas categorías nocturnas, guiare mis movimientos lejos de ellas, comentando lo frágil que la dejan ver en el terreno de la imaginación, limitando sus andares, sucumbiendo ante la mediocridad de los noctámbulos embutidos, huya de esos frascos que intentan bicicletear sus estallidos de genialidad, de creatividad, huya y no mire para atrás.

    Quizás, aplauda tímidamente sus últimas palabras y augure un futuro sin tristes categorías sigilosamente elucubradas para vacíos cráneos menopáusicos, quizás.

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  3. El problema con Mr. Big es que, aunque él no se decide a volver a vos para siempre, tampoco se aleja y te permite tener una relación normal con nadie.
    Este Mr. Big lleva 6 años en mi vida. Nunca estuvimos juntos, pero tampoco dejó de estar tan presente en mi vida que me permita tener una relación normal sin su sombra permanente.
    Lo quiero, pero todo sería más fácil si se decidiese a irse o a quedarse.

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