Me acaba de pasar. A todos nos pasó alguna vez. A todos los solteros nos pasa. Y cuando pasa, ¡que embole!

Estás sentado con un señorito o señorita en un bar. Son amigos, siempre salen a tomar un helado, a pasear al shopping, al cine, pero siempre en calidad de amigo. Están hablando, de cosas trascendentes o intrascendentes. Y de repente, el señorito en cuestión, con la excusa de ver el tamaño de tu mano o el color de tus uñas, te empieza a acariciar la palma suave y cariñosamente, al tiempo que te mira con ojos vidriosos a la boca. Si te gusta el señorito, ¡te lo chapas! Pero.. ¿qué pasa cuando el señorito no es de tu agrado? ¡Que incómodo por Dios! Es incómodo para los dos. Porque para vos, la acariciada, no diste ningún indicio de interés, salís con él porque lo querés, por que se divierten, pero NO te gusta, y sentís que de NINGUNA forma le hiciste entender lo contrario. Obviamente, te ponés inquieta. Sacás la mano, miras al piso, al techo, a la pareja de al lado. Cambiás de tema y te querés ir. De hecho, si ya hace un tiempo considerable que están en el bar, pronunciás la mágica palabra, "¿vamos?", y enfilás para tu casa rogando que él enfile para el otro lado.

Lo que me pregunto es qué sentiran ustedes, queridos papanatas, en ese momento. Por que hasta entonces estaban seguros que una estaba rendida a sus pies por el solo hecho de responder los mensajes, atender los llamados, y acceder a la fatídica salida al barcito a tomarse una cerveza. Una no coqueteó, pero de alguna forma ustedes creyeron eso, y se lanzaron a la pileta. No los condeno, al contrario, admiro la capacidad que tienen de exponerse a ese momento incómodo para ambos, cuando una se quiere rajar a la mierda, y ustedes probablemente quieran ser tragados por la tierra. Me pregunto si una debería decir "mirá, querido, somos amigos, perdoname, pero no te equivoques". Una corre el riesgo de quedar como una histérica, como una gataflora, como una ortiva. Probablemente, lo mejor sería quedar claros y evitar la repetición del incidente. Pero, reconozcamos, a una también le pasa que piensa "¿y si cambio de opinión?¿y si en la próxima salida caigo en cuenta que quiero chaparme a bla?". Entonces mejor dejar las puertas abiertas. Y ahí es que una se hace la boluda olímpicamente y huye de la situación haciendo de cuenta que nada pasó. Pero sí, amigos, PASÓ, y ya no será lo mismo.

Otra cosa que pensé, en cuanto a las tiradas de pileta, es cuando te gusta alguien y manifestás abiertamente tu deseo de "conocerlo mejor". Vos, amiguito, la invitás a salir, pero ella, como no quiere romperte el corazón y, nuevamente, no quiere quedar como una histérica, gataflora, u ortiva, te dice "dale, algún día lo hacemos". Dejando, nuevamente , la puerta abierta, por si acaso, o acaso tal vez por diplomacia. Entonces, queridísimo, insistirás hasta el cansancio, y ella te esquivará hasta el cansancio. Y finalmente, terminará quedando indefectiblemente como la histérica, gataflora, y ortiva.

Que fácil sería todo si fuésemos sinceros. Vos, amigo, se sincero, y decile a tu amiga que la querés romper toda. Vos, amiga, se sincera, y decile a tu amigo que es un desubicado y que, hablando de romper, no te rompa mas las pelotas. Y todos contentos. Bah, contentos no, pero al menos, todo aclarado, cada uno por su lado.

Como diría un ex profesor mío, beso, abrazo, paquete de pochoclos, y taza taza. Y chau.-

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